jueves, 17 de abril de 2008

Gesamtkunstwerk...

...(que, como todos sabemos, porque manejamos el alemán como si fuera nuestra segunda o tercera lengua materna, significa "obra de arte total") fue un término acuñado por Richard Wagner -o por lo menos, atribuido a él-, para referirse a una manifestación artística, la ópera, que unificaba, o debía unificar, a la música, el teatro, la danza, las artes visuales... Según Wagner, esta fusión se había dado originalmente en la tragedia griega, y desde entonces se había perdido, hasta ser recuperada por él en sus óperas, sobre todo en el ciclo de los Nibelungos.

Pero ha llovido mucho desde Wagner, y hoy hay varias artes, más propias del momento actual posmoderno (porque ya lo siento, Ricardito, pero la ópera está demodé) que pretenden ser los nuevos representantes del arte total. Uno de ellos, evidentemente, es el cine, del que no voy a decir nada porque ¿qué podría decir que no se haya dicho ya (o que sí se haya dicho)? Pero hay otros no tan obvios y que, en realidad, si nos ponemos, son más posmodernos que el cine, que en muchos casos de posmoderno tiene poco.

Uno de estos géneros de "arte total" es el vídeo musical. Ya sé que hay vídeos musicales que son una mierda, donde sólo sale el o la cantante haciendo tonterías (como hay también novelas que son una porquería, y no por eso decimos que las novelas no son arte); pero también los hay que, indudablemente, son una obra de arte, por estética, por la combinación de la música y la imagen, por su capacidad narrativa o sugestiva.

Otro tipo de arte que aspira a la totalidad (los puristas se retorcerán en sus asientos) son los videojuegos. Pues sí, también hay videojuegos que son innegablemente artísticos, tanto por el aspecto visual, como por la trama -aunque la mayoría de ellos suelen ser bastante repetitivos-, como por la música que los acompaña o los complementa. Además, los videojuegos cumplen (aunque hay discusiones al respecto) una de las aspiraciones del arte de toda la vida: interactuar con el usuario, implicar al espectador completamente hasta hacerle partícipe de la obra.

Aún añadiría yo otro género que es muy poco conocido, un género muy minoritario, pero que se encuentra muy cerca de los dos anteriores. Se trata del arte (¿literatura, poesía, teatro?) hipermedia o multimedia, creado principalmente en y para internet, y en el que se combina la palabra (a veces) con la música, la imagen, etc. Se puede decir que el "ciberarte" ha evolucionado al mismo ritmo que el propio medio, pasando de lo simplemente textual o hipertextual a lo visual, y de ahí a lo cinematográfico, e incluso a lo interactivo, al estilo de los videojuegos (de manera que cine, vídeo, videojuego y arte multimedia no están en realidad tan lejos como puede parecer).

A continuación os pongo tres ejemplos, uno de cada género, para que veáis a lo que me refiero. El primero es un vídeo musical del grupo Rammstein, en el que la música y la historia se complementan (aunque la letra de la canción no habla de Blancanieves para nada). El segundo es un vídeo de un videojuego, Gears of war, que aunque no creo que está realmente en el juego sirve para ilustrar su posible valor estético. El tercero es una pieza de "arte multimedia" llamado The Hunger ("El hambre"), que en realidad es una ilustración animada de un poema.


Rammstein: Sonne



Gears of War



Billy Collins: The Hunger

5 comentarios:

Munchausen dijo...

Curioso, esta semana me proponía comentar 'Gears of War'... No sé hasta qué punto aspiraban a la creación total (más bien sería a la destrucción total). La obra de arte total, en la lógica del juego, consistiría en sustituir la vida... Encerrarse en 'Second Life', en 'World of Warcraft', en 'Los Sims'... que son un coñazo...

Mikel dijo...

Te confirmo que el video no es parte del juego, es el trailer que sacaron antes del lanzamiento, con un pequeño teaser basado en este, y que se emitió en televisión (descontando los banners, uno de los escasos ejemplos de promoción above the line -para que busques en la wikipedia, jeje- de este sector).

Eso sí, no es uno de esos casos en los que promocionan un juego basándose en un video increíble, renderizado sin usar el motor gráfico del juego, crean expectativas, y cuando lo pruebas te encuentras con que más que una obra de arte parece un proyecto de fin de carrera de un aprendiz de diseñador gráfico etilizado. Gears of War es, salvo que Ratonov me convenza de lo contrario :-), uno de los grandes hitos visuales del género.

Vamos, una auténtica joya visual, sólo igualada en mi opinión por Assasin's Creed en algunos momentos, y muy recomendable para quien quiera dar rienda suelta a ese pequeño gamer que todos llevamos dentro, lo reconozcamos o no :-) :-)

Anónimo dijo...

Sé que voy con retraso, pero no lo puedo resistir. Y mira que me da rabia entrar en ese grupo de puristas-que-se-retuercen (o no tanta, en fin..). Pero es que creo que el ejemplo de los videojuegos no tiene mucho que ver con los otros dos.
Sí, claro, en el sentido de que pertenece -surge y se desarrolla- en la misma cultura audiovisual y, por tanto, compartirá muchas cosas con los video-clips y las obras de arte youtubianas. Pero en los videojuegos todo lo que pueda interpretarse como fuente de placer estético -que no será poco- queda al servicio de ese concepto difuso que en las revistas del gremio llamaban la "jugabilidad".
O sea, que esa interacción con el usuario de la que hablas responde necesariamente a un conjunto de reglas bien delimitadas de antemano, que son las que constituyen el juego.
No soy ningún aficionado, la verdad, pero creo que para alguien que sí lo sea el aspecto estético de un videojuego sólo será un complemento, totalmente prescindible si no acompaña un conjunto de reglas efectivo. Es decir, un videojuego con gráficos como el del ejemplo pero en el que casi no puedes pegar ni un tiro ni conducir un tanque ni nada de nada, será despreciado con toda razón por los aficionados. Un videojuego muy "Gesamtkunstwerk" puede ser un pésimo videojuego; algo que no puede ocurrir -creo- con un videoclip o videobjeto youtubiano.
Así que me parece confuso considerar los videojuegos como un nuevo arte posmoderno, ya que -a diferencia de los otros dos ejemplos- tienen una finalidad intrínseca bien diferente de la puramente estética.
Dicho lo cual, puedo seguir retorciéndome en mi asiento.

Santi dijo...

Ratonov y Mikel, la verdad es que yo no he jugado nunca al Gears of War, pero sí que tenía la referencia de que era toda una revolución en el sentido gráfico, y también en el de la manera de jugar -como el Assasin's Creed, al que tampoco he jugado.

Y Jaime, no sabía de qué lado ibas a estar, pero lo que sí tenía claro es que ibas a entrar al trapo ;)

Estoy de acuerdo en que la finalidad primordial de los videojuegos debe ser entretener, ser "jugables" -lo que en las revistas de videojuego se llama "adictividad" o algo así. Pero eso no significa que no se puedan hacer videojuegos que sean artísticos por diversos motivos. Por ejemplo, siempre se suele citar un clásico, el Myst como ejemplo de un juego que crea todo un complejísimo mundo de ficción en el que el jugador se sumerge y tiene que ir explorando, combinando pistas, relacionándose con el contexto...

E incluso -aunque yo no estoy de acuerdo con esto- hay algunos que creen que juegos como los SIMS, Second Life o World of Warcraft son una especie de "teatro virtual", donde las personas reales se encarnan en personajes de ficción (los avatares), hablan, interactúan...

En cualquier caso, yo no creo que el hecho de depender de la "jugabilidad" impida que los videojuegos puedan llegar a ser artísticos. No es impensable que un juego narrativa y visualmente magistral sea al mismo tiempo entretenido. ¿O dónde está escrito que el arte no puede ser jugable? ;)

Anónimo dijo...

Jejeje, cómo sabes dónde tirar el anzuelo, maldito.. ¡Pues no pienso caer en la ratonera de la última pregunta!
Vale, de acuerdo, que un juego sea a la vez entretenido y estéticamente valioso no repugna a la razón. Pero serán dos cualidades independientes o, mejor, lo segundo será un mero accidente superpuesto a la sustancia de la Jugabilidad. Vamos, como cuando apreciamos un bello juego de ajedrez en cuyas piezas se han gastado los colmillos de dos elefantes. La relación entre valor estético y finalidad intrínseca es mucho más estrecha en el caso de los otros dos ejemplos.