sábado, 31 de mayo de 2008

Scotland (8): Bed & Breakfast street

Todos los Bed & Breakfast que ilustran esta entrada están en la misma calle, Causewayhead Street, que une el Puente de Stirling con la Universidad, y con el Monumento a William Wallace. Además, la mayoría tenían colgado el cartel de Novacancies en la puerta. Parece claro que el turismo es una fuente de ingresos para este pueblo...


Scotland (7): William Wallace Monument

Más fotos, esta vez del William Wallace National Monument. Tengo todo un book del monumento -ya saben los que me conocen que sacar fotos de edificios es lo mío-, así que las que pongo aquí son sólo una pequeña muestra...

El monumento, desde el pie de la montaña

El monumento, desde el pie del monumento

Este debe de ser William Wallace, alias Braveheart

Vistas del valle donde tuvo lugar la Batalla del Puente de Stirling

Por cierto, ya no está, porque se ha terminado el tiempo de su "alquiler", la famosa estatua de Braveheart a la que habían puesto la cara de Mel Gibson, que los escoceses solían apedrear como gesto de protesta, y que, pese a titularse Libertad, tuvo que ser protegida con rejas (¡todo un símbolo de los tiempos que corren!).

viernes, 30 de mayo de 2008

Scotland (6): The present state of the canon

Lo siento, Jaime, el chiste era demasiado fácil.

Scotland (5): The Conference

Sí, a todo esto, yo no había ido a Stirling a dar paseos, sino a una conferencia sobre el canon literario, su situación presente, pasada y futura, la necesidad de preservarlo o dinamitarlo... En general fue bastante interesante, aunque estaba muy enfocado a la literatura en lengua inglesa, así que muchas de las comunicaciones sobre temas y ejemplos concretos no me interesaban demasiado. Mi comunicación -en inglés- fue bastante bien: sólo me trabé con la palabra aesthetically, y en general parece que gustó bastante. Además, el panel en el que me incluyeron fue interesante, porque otra chica hizo algo parecido a lo mío -analizar cómo se forma y evoluciona la historiografía literaria- pero en relación con la literatura escocesa.

Por lo demás, por lo que pude ver y escuchar, los debates en torno al canon siguen donde estaban hace ya unos años: con muchas más preguntas que respuestas (¿debemos enseñar a los "grandes clásicos" o a Madonna, Tarantino y Garfield? ¿Es necesario abrir el canon a escritores de minorías o establecer una especie de "paridad literaria? ¿Debemos los investigadores estudiar temas más sexys, que puedan atraer al gran público y, por ende, a las grandes editoriales?, etc.).

Pero lo que más me sorprendió del congreso, sin duda, es que poquísima gente utilizaba ayudas visuales (léase Power Point) o repartía hojas con citas o esquemas que ayudasen a seguir su presentación. La mayoría, de hecho, se limitaba a llegar allí con sus diez o doce hojas, y leerlas, tal cual, en el mejor de los casos "dramatizando" un poco el texto con pausas, énfasis, cambios de ritmo...; en el peor, en un tono y ritmo monótonos y monocordes. Esto ya lo había visto yo en congresos en España (por ejemplo en los de ALEPH), y pensaba, ingenuo de mí, que era por el secular retraso tecnológico de la raza ibérica; pero qué va: los británicos, el segundo barrio de la aldea global, están igual. Y así es imposible: por mucho que te interese el tema, es imposible mantener la atención comunicación tras comunicación, panel tras panel, conferencia tras conferencia. Para eso, podían repartir el texto de las comunicaciones, y ya nos lo leeremos los demás si nos interesa.

jueves, 29 de mayo de 2008

Scotland (4): They really wear them, you know

Para los que dudan de si los escoceses realmente usan el kilt, o si sólo se lo ponen para impresionar a los turistas. Este iba a una boda en el Castillo de Stirling.

Scotland (3): Stirling castle & city centre

De Stirling yo tenía una idea muy equivocada. Durante mi año en St. Andrews estuve en Stirling dos veces -la segunda, muy breve-, y me quedé con la impresión de que sólo había dos cosas que ver: el castillo (al que de hecho no entramos) y el Monumento Nacional a William Wallace, y que lo demás era una ciudad vulgarucha, como Perth o Dundee, una de tantas ciudades escocesas.

Esta vez, en cambio, Stirling me ha encantado. No sólo porque esta vez sí he entrado al castillo, que tiene un aire al de Edimburgo y sí que merece la pena, sino porque he paseado un poco más por el centro de la ciudad, y está llena de edificios interesantes, históricos, bonitos... Aquí dejo unas cuantas fotos del castillo y del centro de Stirling, por el que paseé rápidamente el sábado por la tarde, escaqueándome de la última sesión plenaria del Congreso.

El palacio principal del Castillo de Stirling

Vistas desde el Castillo. En medio, el Monumento a William Wallace

Estatua en honor de Robert the Bruce, a la entrada del Castillo

miércoles, 28 de mayo de 2008

Scotland (2): Some things have changed

Hace ya seis años, Ali sacó esta foto de la estación de autobuses de Glasgow, que me gusta mucho -de hecho, la he utilizado de fondo de escritorio muchas veces-:

El caso es que cuando llegué a la estación, me sorprendió que todo estuviera exactamente igual, tal y como sale en la foto: el reloj, las tiendas, los árboles... Sólo faltaba la señora mirando a la cámara. Y como curiosidad, se me ocurrió sacar otra foto parecida, desde el mismo sitio, para luego comparar las dos, etc.

Entonces descubrí que algo sí que ha cambiado en estos seis años: en cuanto saqué la foto, con flash porque ya estaba atardeciendo, vi cómo dos guardias de seguridad venían hacia mí desde la otra punta de la estación, directamente, como lobos, haciéndome señas con el dedo de "tú, ven aquí". Esperé a ver qué pasaba y cuando llegaron adonde mí tuvimos un diálogo más o menos así:

-Por favor, borre esa fotografía inmediatamente.
-¿Por?
-Porque aquí no se pueden sacar fotos. Este es un lugar público estratégico y aquí está prohibido sacar fotos, y menos de la zona de las consignas. Está prohibido por una ley antiterrorista.
-¿Ein?
-¿Es que no sabes que hace unos terroristas intentaron volar el aeropuerto de Glasgow? Si la policía te ve con esa fotografía en tu cámara te puede retener hasta 28 días como sospechoso de terrorismo.
-¿Por una fotografía?
-Sí, por una fotografía. Bórrela inmediatamente.

En fin, que la borré delante de ellos, claro, así que nos tendremos que quedar con la foto de Ali, que de todas formas seguro que es más bonita que la mía.

¡Cuánto daño ha hecho el (anti)terrorismo al sentido común!

Scotland (1): Getting there

Voy a dividir en unos cuantos posts la narración y las fotos del viaje a Escocia de tres días del que acabo de volver, y que ha dado para mucho, porque si no me saldría el super-mega-post-de-la-muerte, y nadie se lo leería entero, y luego me lo recordarían para siempre, como el post sobre la patata en Irlanda, que mis amigos no me perdonan... De paso, voy a probar a ver si el sistema de programación de posts de blogger funciona, para que se vaya publicando un nuevo post cada día.

El viaje de ida fue bastante bien: Shannon - Glasgow Prestwick (un aeropuerto pequeñísimo, mucho más pequeño de lo que me esperaba), luego un tren hasta el centro de Glasgow -que me salió gratis, porque en la estación decía que había que pagar en el tren, y luego en el tren no vino nadie a preguntarme ni a cobrarme nada-, y por último un autobús de Glasgow a Stirling, y un buen rato andando desde la estación de autobuses al Bed and Breakfast donde me alojaba. Porque Stirling es pequeñito, pero está muy esparcido...

Cuando llegué al Bed & Breakfast, la señora -mediana edad, rolliza, muy maternal ella- estaba ya a punto de ataque de nervios. "Dijiste que llegabas a las ocho, y son casi las diez. ¡Ya me iba a ir a la cama!". Qué le vamos a hacer. Poner cara de niño bueno, y decir "lo siento, lo siento, lo siento" unas cuantas veces. Tampoco es que fuera culpa mía, pero vamos. Por lo demás, el alojamiento bien, barato, buen desayuno, habitación amplia... Lo peor, que no sólo no había persianas (en ningún sitio de Gran Bretaña o Irlanda las hay), sino que encima las cortinas no eran gordas y opacas como suelen ser, para servir de persianas por la noche, sino finas y translúcidas, como las españolas, así que para las 5 de la mañana ya entraba todo el sol por la ventana.

lunes, 26 de mayo de 2008

On the road

En los últimos tres días he cruzado Escocia de costa a costa: aterricé en Glasgow Prestwick, a orillas del Océano Atlántico; luego me he quedado un par de días en Stirling, a mitad de camino entre Glasgow y Edimburgo, y ahora mismo estoy en la costa este, en St. Andrews, una de mis tres o cuatro patrias chicas, descansando un rato antes de ir a comer con mis ex-colegas y amigos de la universidad.

Me encanta este país. Lo siento, Irlanda, pero no hay competencia posible.

P.D.: Cuando vuelva a Limerick ya pondré fotos, historias, anézdotas...

viernes, 23 de mayo de 2008

Back to the future

Una frase muchas veces citada de una canción de Sabina dice que "al lugar donde has sido feliz / no debieras tratar de volver". Llevándole la contraria al maestro, este fin de semana vuelvo a Escocia por tercera vez desde que dejé St. Andrews, y espero pasármelo bien, nostalgias aparte.

Mañana viernes vuelo a Glasgow, adonde llego a las 6 de la tarde; cojo un autobús a Stirling, donde a William Wallace, alias Braveheart, le hicieron un monumento con la cara de Mel Gibson, y donde es el congreso Exploding the Canon al que voy. El domingo a mediodía "actúo" con mi comunicación "Identidad nacional y canon literario en el siglo XIX: una carretera de doble dirección", mi primera presentación científica en inglés -qué tensión-; el lunes por la mañana voy a St. Andrews para visitar a mis antiguos colegas, y el martes vuelo de vuelta, otra vez desde Glasgow, por donde espero que me dé tiempo a pasear un poco.

Prometo muchas fotos, que los paisajes y los monumentos escoceses lo merecen.

jueves, 22 de mayo de 2008

Ode to failure

Era una noche de mayo
cuando tú,
oh Terry,
el de la cara de oficinista,
te dispusiste a tirar el último penalty.
Las estrellas se detuvieron
en sus constelaciones,
oh Terry,
el de la cara de oficinista,
cuando tú te acercaste al balón
desde el centro del campo.
Y cuando tú,
oh Terry,
el de la cara de oficinista,
te disponías a chutar a portería
contra Van der Sar,
el de la cara de liebre,
hasta la hierba
contuvo el aliento
(y no porque tuviera miedo de Van der Sar),
oh Terry,
tú ya sabes.
Por eso,
oh Terry,
el de la cara de oficinista,
las gotas de lluvia conspiraron
para que tu pie izquierdo resbalara
tu pie derecho fallase el golpe
el balón fuese al palo
y Van der Saar
el de la cara de liebre
cantase victoria,
y yo,
oh Terry,
el de la cara de oficinista,
perdiese mi apuesta con mi amigo Diego
por tu culpa
por tu culpa
por tu gran culpa,
oh Terry,
el de la cara de oficinista.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Frequent flyer

A cuenta de lo que puse el otro día en el blog de que tenía diez vuelos en quince días (en realidad era una pequeña exageración: sólo son seis) me dio por pensar cuántos vuelos habré hecho a lo largo de mi vida: cuando estuve en St. Andrews, cuando fui a Nueva York, desde que estoy aquí en Limerick, para ir a congresos, por turismo... Me he puesto a hacer una cuenta aproximada y me salen unos 75. Según con qué se compare son muchos o pocos, claro: hay gente que vuela varias veces por semana, y gente que nunca ha cogido un avión.

En cuanto a mis destinos, como puede verse en el mapita de ahí abajo (robado de tripadvisor a través de facebook), que muestra las ciudades en las que he estado, se puede ver que soy un turista muy conservador: conozco España bastante bien, Europa Occidental pasablemente, pero si me sacas de ahí el mundo es un enorme desconocido para mí.

Así que nada, Nerea, amigos, familia, hay que ser más atrevido, liarse la manta a la cabeza y preparar algún viaje a Asia, a África, a América del Sur, a Oceanía. Hay que llenar el mapa de puntitos, y cuanto más separados, mejor...

martes, 20 de mayo de 2008

Gremlins

El cambio de aires no le ha sentado nada bien a mi ordenador: cuando lo enchufé en Bilbao el martes pasado, iba más lento de lo normal, hacía todo tipo de cosas raras, y un ruido de reactor que parecía que iba a despegar en cualquier momento. Para intentar remediarlo, pensé en reinstalar Windows otra vez, volver a la configuración original, pero, por alguna razón, lo que el manual del ordenador manda para estos casos (pulsar Alt + F10) no funciona. Pienso que puede tener que ver con el hecho de haber instalado Ubuntu además de Windows.

El caso es que el otro día, todo diligente, me puse a intentar arreglar el tema, y decidí desinstalar el Ubuntu, a ver si así... Para ello, no se me ocurrió otra cosa que ir a las herramientas del sistema de Windows, y formatear toda la partición donde estaba instalado el Ubuntu. Qué bien, me decía, ufano de mí, qué soltura tengo ya con las cosas del software. Y eso que soy casi autodidazta. Reinicio el ordenador para ver si ahora sí funciona el alt + f10, y no sólo no funciona eso: no funciona nada. El programa "GRUB" de inicio del ordenador dice "error 22", y ahí se queda. Pantalla en negro. Ni p'alante ni p'atrás.

Momentos de pánico, temblores, espasmos. Me empiezo a imaginar la peor de las situaciones: lo que he hecho es irreparable, no hay forma de reiniciar Windows, todo lo que tengo en los discos duros -las fotos, los materiales de español...-, se ha quedado atrapado dentro (no, la tesis no se perdería, tengo dos copias de seguridad, una en el pen-drive y otra en el email). De repente me imagino teniendo que comprar otro portátil con carácter de urgencia para poder terminar la tesis, luchando con el Windows Vista, y con un portátil no tan viejo -dos años- inservible.

Luego empiezo a pensar un poquito (lo justo) y recuerdo que todavía tengo el CD de Ubuntu en alguna parte. Lo busco, lo encuentro, y pruebo a reinstalarlo en la misma partición que acababa de cargarme, y que seguía vacía. Con algunos problemas, algunos sustos y alguna pregunta que no entiendo, y a la que contesto que sí, consigo reinstalarme el Ubuntu. Reinicio el ordenador: dedos cruzados, gotas de sudor cayendo por la frente. Y el dichoso "Grub" se carga correctamente, y me ofrece la opción de iniciar la sesión en Ubuntu, y en Windows.

Conclusión: cinco horas de terror psicológico después, el ordenador está como estaba, sigue yendo insoportablemente lento para algunas cosas -por ejemplo los vídeos se ven como a cámara lenta, a tirones-, pero para escribir y para internetear me vale. Así que, por lo menos hasta que termine la tesis, y a no ser que algún genio generoso me dé la solución a todos mis males, esto se va a quedar así. Y repito mil veces: "no volveré a toquetear cosas que no entiendo", "no volveré a toquetear cosas que no entiendo", "no volveré..."

lunes, 19 de mayo de 2008

Inventating palabrations

Entra dentro de lo normal que nuestros alumnos inventen palabras nuevas en español, como "averrolarse" -por avergonzarse-, "tostandarse" (el infinitivo de "tostándose", que debe de significar "tostarse andando"), el "tordillo" como parte del cuerpo humano (quería decir tobillo) o la "bronquita", enfermedad antes conocida como "bronquitis". Lo que ya no es tan normal es que sea El País el que nos obsequie con un nuevo palabro, en este caso "rescabrajarse", que debe de querer decir "resquebrajarse a causa de la proximidad de una cabra".


El caso es que alguien ha debido de darse cuenta, porque unas horas más tarde ya estaba corregido.

domingo, 18 de mayo de 2008

Out of time

Casi nunca suelo llevar reloj de pulsera, así que para saber la hora normalmente utilizo mi móvil (mis móviles) o el ordenador que tenga más a mano. El caso es que en los aviones, como mis teléfonos móviles y mi ordenador están apagados, no tengo manera de saber cuánto llevamos volando, cuándo empezaremos a descender, cuándo aterrizaremos.

Al principio me resultaba algo agobiante, no saber si habían pasado 15 o 45 minutos. Si merecía la pena empezar otro libro o era mejor esperar y dejarlo intacto para el siguiente viaje (porque, es un poco triste, ya casi sólo leo cuando viajo). Últimamente, sin embargo, he alcanzado una especie de "calma zen" sobre este asunto, y ya no me importa no tener reloj: llegaremos cuando tengamos que llegar, aterrizaremos cuando aterricemos, y empezaremos a descender cuando las azafatas empiecen a pasearse con sus boletos de la "lotería de Ryanair", que "puede convertirte en millonario, sí, puede hacerte ganar un millón de euros".

Y en caso de duda, siempre, siempre, empezar a leer el segundo libro.

viernes, 16 de mayo de 2008

Get back to where you once belonged

Da la impresión de que hay mucha "añoranza ochentera" en el ambiente, con revivals como el de Indiana Jones (por dios, que no hagan con él lo que hicieron con La guerra de las galaxias), los grupos musicales de "la Movida", que los que pueden vuelven y los que no graban un "grandes éxitos", y así.

Pues otro elemento que también se está recuperando y reactualizando son los juegos de ordenador de aquella época. Los que tenemos aproximadamente mi edad o la de mi hermano -29 y 32 años respectivamente- pertenecemos a la generación que utilizó los primeros Amstrad CPC, Commodore, Spectrum... Aquellos trastos que no tenían disco duro, que utilizaban lenguajes como Basic o Cobol, que funcionaban -algunos- con cintas de cassette...

En fin, para los que, como yo, se sientan un poco nostálgicos, aquí recomiendo dos páginas: en esta se pueden leer reseñas de un buen montón de juegos para Amstrad CPC; y en esta se pueden descargar otro buen montón. Así, las nuevas generaciones podrán tener acceso a mitos con los que nosotros disfrutamos, como el Green Beret o el Yie ar Kung Fu (los dos primeros juegos que tuvimos), los grandes clásicos de la compañía española "Dinamic" (Army moves, Navy moves, After the war...), los de "Erbe" (Operation Wolf, Colyseum...), o de "Opera Soft", como Sol Negro o, sobre todo, La Abadía del Crimen, considerado como uno de los mejores videojuegos fabricados en España.

Descargárselos es muy sencillo, sólo hay que hacer clic y esperar; para ejecutarlos hay que descargarse un emulador -ellos recomiendan el Winape- que recrea la pantalla azul del CPC, y hacer un esfuerzo para recordar comandos de Basic como "cat" o "run", que ya creíamos desterrados para siempre. Después de un rato de experimentar con algunas de estas reliquias, surgen dos conclusiones contradictorias:
a) Sorprendentemente, hay algunos juegos como el After the war o el West Bank que siguen resultando adictivos.
b) Por otra parte, ¿cómo podíamos divertirnos con algunos otros, como Abu Simbel profanation, que exigen destrezas propias de un neurocirujano, o con cutreces como el Psycho-pig, que ahora mismo seguramente podría programarse en media tarde?

jueves, 15 de mayo de 2008

Wikipedia Vision

No es que sea una noticia muy fresca, porque esto salió hace ya unos meses, pero sigue siendo curiosa esta aplicación basada en Google Maps, que permite ver -casi- en tiempo real las modificaciones anónimas que se van haciendo a la Wikipedia. ¿Utilidad? Ninguna. Sólo hacernos perder el tiempo mirando embobados cómo van cambiando los artículos.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Misplaced

Siempre que vuelvo a Bilbao desde otro sitio -St. Andrews, Nueva York, Limerick- los primeros días me pasa ver por la calle a gente que no puede ser que esté en Bilbao: alumnos, compañeros, conocidos... Al cabo de unos segundos el cerebro reacciona, y efectivamente, no son ellos, sino alguien que se les parece, e incluso a veces alguien que no se les parece en absoluto.

Hasta que algún día pase que, por una de esas casualidades que tiene la vida, alguien que no debería estar en Bilbao -alguien de St. Andrews, Nueva York, Limerick- aparezca por Bilbao, y entonces mi cerebro ya no sabrá a qué atenerse.

lunes, 12 de mayo de 2008

Lost

Hace una semana o así empecé a ver la primera temporada de Lost, que me grabaron Ali y Dani cuando les visité en Edimburgo hace ya años (¿cuántos, dos, tres, cuatro?). Me está gustando, algunos capítulos más que otros, aunque la acción principal avanza dolorosamente despacio (vamos, que llevo diez o once capítulo y los pobres "náufragos" saben lo mismo que el primer día).

Por otro lado, igual no ha sido una buena idea empezar justo ahora que tengo que coger algo así como diez vuelos en quince días. ¿Qué islas desiertas y selváticas hay entre Limerick, Bilbao y Escocia?

sábado, 10 de mayo de 2008

Wallpapers

Cuando veo una imagen que me gusta, la pongo de salvapantallas del escritorio de mi portátil, hasta que me canso. Por si os gustan, aquí os pongo las últimas imágenes que recuerdo haber utilizado en el último año y medio -más o menos-, en orden cronológico (la última de todas es la que tengo ahora mismo). Si alguno tenéis alguna imagen que queráis sugerir como fondo, ya sabéis dónde quedan los comentarios.

Catedral de St. Andrews
(foto mía)

Puente de Brooklyn
(foto mía)

Conjunto de Mandelbrot
(tomado de Wikimedia Commons bajo licencia GFDL)

Daylight moon (La luna de día)
(tomada de aquí, (c) Alan Friedman)


Liz Nixon: Midnight Lanterns
(Una de las obras participantes en el Concurso Benoit Mandelbrot de Arte Fractal 2007)

Tivadar Csontváry Kosztka: El cedro solitario
(tomado de aquí)

viernes, 9 de mayo de 2008

PhD: Psychologically highly Dangerous

Lo peor de hacer una tesis no es tener que leer, resumir, reordenar, analizar, redactar, corregir, añadir bibliografía, volver a corregir, releer, añadir más bibliografía, comprobar el formato, etc. Lo peor es la tortura psicológica que supone tener algo pendiente, siempre pendiente, durante cuatro o cinco años. Como cuando te mandan un trabajo en la universidad y lo vas dejando para el último momento; sólo que durante cuatro o cinco años. Y con quedarte sin dormir una noche no vale: hay que dedicarle por lo menos dos. O tres.

Voluntad vs. procrastinación: Si estás haciendo otra cosa, piensas que deberías estar haciendo tesis. Si estás haciendo tesis, desearías estar haciendo cualquier otra cosa.

miércoles, 7 de mayo de 2008

It

Igual es que lo tengo idealizado, porque hace ya unos doce o trece años que lo leí, pero en mi recuerdo It, de Stephen King, es el mejor libro de terror que se ha escrito. No es el más importante históricamente, ni literariamente es una obra maestra -no es El castillo de Otranto, El gato negro o El horror de Dunwich-, pero reúne todos los posibles horrores de la mente humana en un solo monstruo: Pennywise, el payaso saltarín. El otro día me compré la película, la adaptación para televisión de 1990, y aunque verla fue como reencontrarse con un viejo amigo, en general fue una experiencia decepcionante: los efectos especiales son malos, algunos de los niños-actores son inaguantables, al igual que algunos de los actores adultos, y el final, ¡ay el final! Stephen King nunca es muy bueno rematando de sus novelas, pero confío en que en este caso la culpa sea del guionista, porque la mini-pelea con la "araña gusiluz" es un anticlímax indigno del resto del argumento.

Igual la próxima vez que lo vea en alguna librería me lo compro, para releérmelo, y ver si el libro está a la altura de su memoria.

Guinness is good for you!

En Irlanda la Guinness no es una bebida: es una religión. En Las cenizas de Ángela, algunos personajes utilizan expresiones como "Dios dé salud a la familia Guinness", como si fuera la Sagrada Familia, y no me sorprende: si se secaran las fuentes de St. James's Gate el país se hundiría en una depresión, abandonado a su trágico destino.

Todo esto viene a que el sábado pasado fui a la Guinness Storehouse en Dublín con Nerea y su familia. Esta storehouse es en realidad una sección de la auténtica fábrica de Guinness a la entrada de Dublín, que ahora está dedicada a un museo de la historia de la cerveza -muy parecido al "Museo del Vino" de Briones-. Como atracción no está mal, aunque no sé si merece los 14€ que cuesta la entrada.

Lo primero que te enseñan cuando entras es el contrato original de arrendamiento del solar, firmado en 1759 por Arthur Guinness por un plazo de 9000 años -no, no se me ha enganchado el dedo en la tecla, son nueve mil años-; luego, un primer piso dedicado a los ingredientes (cebada, lúpulo, levadura y agua), otro al proceso de producción... y a partir de aquí me dio la impresión de que se quedaron sin ideas y con muchas plantas por llenar: unas cuantas fotos antiguas del edificio, un apartado sobre el transporte, una sala "interactiva" sobre el consumo responsable, una sección -que podía haber sido mucho mejor- sobre la publicidad de Guinness, que es uno de los aspectos más interesantes de la marca... Y al final, otra cosa que sí merece la pena: cada entrada da derecho a una pinta de Guinness en el Gravity Bar, un bar circular acristalado en lo alto del edificio que permite tener una visión panorámica (algo decepcionante) de la ciudad de Dublín.

En definitiva, no está mal para ir una vez, pero no deja de ser un museo comercial e institucional, así que ya se sabe lo que puede esperarse: la tienda -enorme- a la entrada y a la salida, un mundo de color de rosa donde Guinness contribuye a la salud y al bienestar de los irlandeses, y donde todo es exquisito, único, incomparable... Además, yo esperaba que hicieran más hincapié en la parte histórica, con fotografías reales del interior de la fábrica, o con documentos auténticos de la época... Vamos, que los que vengáis a verme, si queréis ir, os vais solos.

Curiosidad: Igual soy el único que no lo sabía, pero en este museo descubrí que el Libro Guinness de los records se debe efectivamente a la misma familia Guinness que la cerveza: aparentemente todo comenzó cuando uno de sus miembros se metió en una discusión de bar sobre cuál era el pájaro más rápido, y como no podían resolverla, decidió investigar y escribir un libro con todo lo más grande, rápido, pequeño, etc. del mundo. Y desde entonces.

lunes, 5 de mayo de 2008

Everybody is (not) nice (2)

Lo mismo que digo de Irlanda, se puede decir de Bilbao -y de cualquier otro sitio-: (no) todo el mundo es majo:

Everybody is (not) nice

En Irlanda (no) todo el mundo es majo. Durante el fin de semana largo que Nerea y su familia han estado aquí, casi todo ha salido bien -los hoteles, la comida, incluso el tiempo nos ha respetado-, pero al ir a volver de Dublín a Limerick tuvimos la mala suerte de toparnos con uno de los especímenes más estúpidos de irlandés que deben de existir en toda la isla.

La situación fue así: al ir a Dublín desde Limerick cogimos billete de ida y vuelta, 20€. El conductor del autobús debió de confundirse, y nos dio un billete para Kildare (la parada anterior a Dublín), que por cierto también cuesta 20€ ida y vuelta. Nosotros no lo revisamos -igual debimos hacerlo, pero sinceramente, yo no suelo leer los billetes de autobús, ¿vosotros?-, así que nos fuimos hasta Dublín con un billete que era para Kildare.

Bueno, pues cuando fuimos a coger el billete de vuelta, nos empezamos a subir -creo que la madre de Nerea iba la primera-, y el conductor se queda mirando al billete. Se levanta las gafas y nos mira. "Este billete no vale, no os puedo dejar subir". Nosotros, que no sabíamos todavía lo del error, nos quedamos a cuadros. "¿Pero por qué?" "Porque este billete es para Kildare, no para Dublín". Yo le explico que no puede ser, que el día anterior habíamos venido desde Limerick a Dublín con ese billete, que debe ser un error. Pero él que nada, que no podíamos viajar en ese autobús. Incluso llegado un momento le enseña nuestros billetes al viajero de la primera fila, como si fuéramos unos mentirosos y necesitara testigos. Todo esto a las 16.20, y el autobús salía a y media. Y todo ello con una actitud chulesca y prepotente, como si fuéramos unos caraduras que intentan ahorrarse unos euros (repito otra vez: el precio del billete a Dublín y a Kildare es exactamente el mismo, 20€).

A partir de aquí, un esperpento: vamos a la taquilla, hacemos pacientemente una pequeña cola y le explicamos la situación al chico de la taquilla. Él mira los billetes, mira el precio, y nos dice que no puede darnos otro billete, porque como el precio es el mismo no nos puede dar una extensión o algo así. Que vayamos al autobús y se lo digamos al conductor. Vamos al autobús, se lo decimos al conductor estúpido, y nada, que no, que no podemos subir porque el billete no está firmado o sellado por el de la taquilla. Vuelta a la taquilla, otra cola, sello, firma, y vuelta al autobús. Y ahora sí, ya nos deja subir, pero nos toca sentarnos en la última fila, porque claro, con tanta chorrada somos casi los últimos en subirnos al autobús (son las 16.27).

Vamos a aceptar que el conductor puede tener razón al principio, al decir que no tenemos un billete válido, y que teníamos que ir a la taquilla para cambiarlo. Pero es que incluso en ese caso, su suspicacia es absurda: nosotros no ganábamos nada "engañándole" con un billete a Kildare, y era obvio que el error no era nuestro. Además, con un sistema como el irlandés, donde no hay números de asiento, ni reservas de billetes, y el autobús se llena cuando se llena, da absolutamente igual que el billete esté sellado por la taquilla o por el Papa: total, una vez en el autobús no lo mira nadie, y después del viaje nos lo llevamos nosotros a casa... Pero sobre todo lo peor era su actitud, la menos amigable y colaboradora que se puede imaginar. Daba la impresión de que él habría preferido que nos quedásemos en tierra, sólo por joder. Me recordaba a estos policías o guardias de seguridad a los que la porra se les ha subido a la cabeza y se creen con derecho a tratarte como si fueras un delincuente por defecto -una vez más, pienso en los aeropuertos y sus sistemas de seguridad-.

En fin, va a ser verdad que el poder, por pequeño que sea, corrompe a las personas. Incluso el poder de decidir quién se sube o no a un autobús.