domingo, 18 de mayo de 2008

Out of time

Casi nunca suelo llevar reloj de pulsera, así que para saber la hora normalmente utilizo mi móvil (mis móviles) o el ordenador que tenga más a mano. El caso es que en los aviones, como mis teléfonos móviles y mi ordenador están apagados, no tengo manera de saber cuánto llevamos volando, cuándo empezaremos a descender, cuándo aterrizaremos.

Al principio me resultaba algo agobiante, no saber si habían pasado 15 o 45 minutos. Si merecía la pena empezar otro libro o era mejor esperar y dejarlo intacto para el siguiente viaje (porque, es un poco triste, ya casi sólo leo cuando viajo). Últimamente, sin embargo, he alcanzado una especie de "calma zen" sobre este asunto, y ya no me importa no tener reloj: llegaremos cuando tengamos que llegar, aterrizaremos cuando aterricemos, y empezaremos a descender cuando las azafatas empiecen a pasearse con sus boletos de la "lotería de Ryanair", que "puede convertirte en millonario, sí, puede hacerte ganar un millón de euros".

Y en caso de duda, siempre, siempre, empezar a leer el segundo libro.

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