Esta vez, en cambio, Stirling me ha encantado. No sólo porque esta vez sí he entrado al castillo, que tiene un aire al de Edimburgo y sí que merece la pena, sino porque he paseado un poco más por el centro de la ciudad, y está llena de edificios interesantes, históricos, bonitos... Aquí dejo unas cuantas fotos del castillo y del centro de Stirling, por el que paseé rápidamente el sábado por la tarde, escaqueándome de la última sesión plenaria del Congreso.
Estatua en honor de Robert the Bruce, a la entrada del Castillo
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