sábado, 28 de junio de 2008

On the move

Hacer una mudanza, aunque sea pequeña como la que tengo que hacer yo ahora -bueno, entre ahora y septiembre- siempre es un incordio: ordenar, rebuscar, meter las cosas en cajas, moverlas atrás y adelante... Pero a cambio tiene una cosa buena: hace que nos demos cuenta de la cantidad de porquerías, cachivaches y recuerdos absurdos que vamos coleccionando con el tiempo, así que, cuando hay que mudarse, hay que elegir, y lo que hace unos meses parecía imprescindible, ahora termina en la basura.

Visto así, una mudanza es una forma de purificación, que habría que practicar más a menudo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dos mudanzas son como un incendio, dice mi cuñado...

Crapu