Cuando se termina el curso y los Erasmus -y no sólo los Erasmus- empiezan a irse a casa se crea una cadena de herencias, a veces gratuitas, a veces no. Los objetos, los aparatos e incluso la comida pasa de mano en mano, de los que se van a los que se quedan. Es un proceso bonito, aunque también un poco triste, que es simultáneo del intercambio de direcciones de email, las últimas borracheras de despedida y los buenos deseos para el verano y para lo que venga después.
La parte buena es que, a veces, con un poco de suerte y un poco de esfuerzo, las amistades del exilio realmente sí se mantienen a través de los años. La vida de Erasmus -la vida en el extranjero en general- me recuerda a una frase que oí sobre la serie Friends: cuando eres joven y estás solo en la ciudad, tus amigos son tu familia.
Semana de la poesía: 101 + 19 = 120 poemas de Ángel González
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*Idioma original: *Español
*Año de publicación: *2000
*Valoración: *Recomendable
*101 + 19 = 120 poemas* es una antología, publicada por Visor allá por...
Hace 9 horas
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