Como se puede en la fotografía (aunque hay que ampliarlo para verlo) el eBook se parece físicamente a una agenda electrónica, y es un aparatito capaz de contener hasta 200 libros (eso dice la publicidad del Kindle) para leerlos en pantalla, en el tren, en la cama, o, si se es un poco audaz, en la bañera.
Hoy precisamente José Antonio Millán escribe sobre la dudosa situación del eBook: no se sabe cuántos se han vendido (entre 10.000 y 50.000, parece ser), aunque al parecer los editores empiezan a ponerse nerviosos ante un posible monopolio del mercado por parte de Amazon, que ya ofrece más de 100.000 títulos para Kindle. Como siempre, habrá quien lea las noticias en plan apocalíptico ("el libro nunca va a desaparecer", "es incómodo leer en pantalla", etc.), y habrá quien lo haga en plan integrado ("esto es imparable, sólo es cuestión de tiempo", "ya era hora de acabar con el papel", etc.).
En esto yo todavía soy un poco escéptico: los precios del eBook son todavía demasiado altos (por ese dinero la gente prefiere comprarse una consola de videojuegos) y la costumbre (y el "prestigio") de la lectura en papel es demasiado poderosa. De hecho, dado que los ordenadores portátiles cada vez son más pequeños, y las agendas electrónicas, los iPods y los teléfonos móviles cada vez más completos, es posible que el eBook, como aparato destinado únicamente a la lectura, no tenga futuro. Lo que desde luego sí lo tiene es la lectura en formatos digitales, al menos la lectura de ciertos textos: si no, no hay que mirar cómo las enciclopedias tradicionales están migrando a internet.
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