Hacer una mudanza, aunque sea pequeña como la que tengo que hacer yo ahora -bueno, entre ahora y septiembre- siempre es un incordio: ordenar, rebuscar, meter las cosas en cajas, moverlas atrás y adelante... Pero a cambio tiene una cosa buena: hace que nos demos cuenta de la cantidad de porquerías, cachivaches y recuerdos absurdos que vamos coleccionando con el tiempo, así que, cuando hay que mudarse, hay que elegir, y lo que hace unos meses parecía imprescindible, ahora termina en la basura.
Visto así, una mudanza es una forma de purificación, que habría que practicar más a menudo.
LO MEJOR DE 2025
-
Un año más llega a las pantallas de los lectores ULADianos la lista que
importa, la que todos estaban esperando, la lista para acabar con todas las
demás l...
Hace 8 horas
1 comentario:
Dos mudanzas son como un incendio, dice mi cuñado...
Crapu
Publicar un comentario