martes, 10 de junio de 2008

Dublin's fair city

Como diría un hispanoamericano, recién me di cuenta de que todavía no he dedicado ningún post a Dublín, capital de la Guinness, del Ulysses y del Temple Bar (que al contrario de lo que indica su nombre, no es un bar, sino un barrio). A estas alturas, he estado ya en Dublín cinco veces (con Nerea, con los padres de Nerea, para ver un partido de rugby, para hacer los papeles de las elecciones en la Embajada, y con mis amigos el fin de semana pasado), así que creo que ya puedo decir que conozco la ciudad, más o menos.

Yo diría que el truco para que Dublín te guste es no esperar gran cosa: si vienes, como creo que vinimos Nerea y yo, pensando ver un segundo Londres o incluso un Edimburgo o un Glasgow, decepciona. Dublín no es una ciudad de grandes monumentos, ni de museos magníficos, ni siquiera tiene vistas espectaculares (como no hay montañas ni edificios altos, es muy difícil tener vistas panorámicas, con lo que a mí me gustan, y las que se ven desde lo alto de la fábrica de Guinness no son gran cosa). En fin, que Dublín es una ciudad agradable para pasear, con encanto, con mucha vida nocturna, muchos conciertos, mucha literatura por los rincones, y supongo que vivir en ella tiene que estar bien, pero para turismo "a la vasca" -o sea, patear hasta morir- no ofrece mucho, y a Nerea y a mí cuatro días se nos hicieron demasiado largos.

Como siempre, aquí va una selección de fotografías de edificios, a la Santi.

Trinity College, la universidad más antigua y prestigiosa de Irlanda (sic)

Molly Malone (sí, la que da nombre a un bar irlandés en todas las ciudades españolas)

El Dublín georgiano, con sus puertas de colores, su ladrillo visto, el forjado de sus balcones...

Txus y Juantxu en Temple Bar

1 comentario:

Santiago Navarro Sanz dijo...

Te doy toda la razón, don dos o tres días tienes de sobra para verte Dublín, que no para vivir Dublín. La ciudad tiene su encanto, pero no es nada del otro mundo. Me gustó más la Irlanda rural, los parques naturales y las pequeñas ciudades. Un abrazo Santi.