sábado, 21 de febrero de 2009

Silence

Finalmente, el frío y las clases se han cobrado una víctima inocente: mi garganta. Empezó a molestarme el miércoles o así, y hoy ya me he despertado completamente afónico. El hombre que me ha traído el pedido y la chica de la farmacia han tenido que fliparlo con mis susurros de capo mafioso.

Tampoco está tan mal: con la excusa de mi garganta hoy me he pasado el día descansando, viendo películas absurdas como Hostel (una de las películas más desagradables que he visto en mi vida, qué barbaridad) o El sonido del trueno (o cómo transformar un interesantísimo cuento de ciencia ficción en una vulgaridad con desastrosos efectos especiales). Para compensar tanta planicie neuronal, también estoy leyendo Child of God, de Cormac McCarthy (el de No es país para viejos) que aunque no es tan buena como La Carretera está bastante bien.

Mañana, día de limpieza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A esto se le llama hacer arte de lo cotidiano, si señor!

Anónimo dijo...

Cierto: has conseguido estilizar tu voz hasta el límite insospechado del mutismo. Arte zen es lo que es. Bravo!