Después de esta semana y media en la que Nerea y yo hemos estado en un estado de limbo semivacacional -yo tenía que dar mis clases, claro, pero había adelantado todo el trabajo posible-, mañana vuelve (para los dos, cada cual en su sitio) la cruda realidad. Por mi parte, eso significa ir pronto a la facultad, y dedicarme a preparar clases, además de plantearme los exámenes de comprensión y expresión oral que tengo que hacer dentro de dos y tres semanas repectivamente. Sólo queda un mes de clases, y después de eso dos semanas escasas más antes de las vacaciones, pero me temo que va a ser un mes y medio bastante agitado.
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