Después de un año y medio en Irlanda, y de comentarlo con varios amigos y compañeros, he llegado a la conclusión de que uno de los rasgos típicos del espíritu irlandés es el "estoicismo", es decir, el aceptar que las cosas son como son y no merece la pena amargarse ni protestar... Un ejemplo: el otro día en clase les estaba enseñando cómo escribir una carta de protesta, y les pregunté: "¿alguna vez habéis tenido que protestar con algo, o escribir una reclamación?". Les expliqué lo que era la hoja de reclamaciones, les expliqué lo que era una queja... Nada, nadie.
Y no es que haga falta ser un paranoico para quejarse de vez en cuando. Yo, por ejemplo, que tampoco soy precisamente una persona agresiva ni amiga de montar escenitas, he tenido mis momentos reivindicativos, y he escrito mis dos o tres cartas reclamando una disculpa o un reembolso (y he recibido casi siempre más disculpas que reembolsos). Otro ejemplo anecdótico de esta actitud de tranquila resignación puede ser su respuesta habitual cuando preguntas qué tal les va: "Not too bad", que se podría traducir como "no muy mal" o, más coloquialmente, "ni tan mal".
Yo no sé si este estoicismo tendrá que ver con su historia (después de siglos y siglos de invasiones, guerras internacionales y civiles, hambrunas, emigración, división, terrorismo... supongo que terminas aceptando que la vida no es un camino de rosas) o con la religión (el mundo como "valle de lágrimas" en el que hay que sufrir para ganarse el Cielo), o si será simplemente un elemento cultural, transmitido de generación en generación.
1 comentario:
qué interesante..
me ha hecho pensar en algo que veo en los guatemaltecos.
aunque no es exactamente lo mismo.
ahora no soy capaz de explicar a qué me refiero.. pero quizá pueda más adelante ;)
un abrazo, compañero!
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