miércoles, 11 de marzo de 2009

Why do we fail (you)

Una pregunta que se plantea en algún momento cualquiera que ha trabajado como profesor es: ¿cómo evalúo a los alumnos? O lo que es lo mismo, pero dicho de otra manera: ¿para qué los evalúo? ¿Qué estoy evaluando cuando pongo una nota? ¿Para qué suspendemos a un alumno? ¿Es una medida punitiva (no ha trabajado, por lo que no se merece aprobar) o reformadora (no ha adquirido todavía los conocimientos necesarios, debe seguir aprendiendo)? ¿Se debe premiar el esfuerzo, la actitud, la mejora con respecto a los conocimientos iniciales del alumno, o sólo el resultado final, es decir, si el alumno sabe utilizar el subjuntivo, construir puentes, extirpar el bazo?

Yo lo siento mucho por los nuevos pedagogos, pero en esto soy tradicional: por mucho que se esfuerce un alumno, por mucho que haya avanzado con respecto a su situación inicial, si al final de un curso o módulo no sabe las cosas que tiene que saber (que pueden ser "conocimientos" en sentido estricto, pero también lo que ahora se llaman "habilidades" o "destrezas"), no le apruebo. Y al revés, aunque suene injusto: si un alumno no necesita esforzarse, porque venía con más conocimientos previos, o tiene más facilidad para los idiomas, o lo que sea, pero hace lo que tiene que hacer y lo hace bien, sacará la máxima nota.

Luego está la cuestión de siempre: qué hacer si un alumno te cuenta que tiene problemas, que está pasando por una mala racha, etc., y te pide que le eches una mano en la nota. ¿Qué debe hacer un buen profesor ante eso? En primer lugar, diría yo, intentar valorar la sinceridad del alumno, porque hay mucho caradura por ahí. Después, y aunque cada caso es distinto y tampoco hay que ser de piedra, yo soy partidario de dar a estos alumnos toda la ayuda posible (materiales extra, apoyo moral, ayuda fuera del horario de clase...) pero no en forma de punto extra.

Resumiendo, alumnos del mundo: cuando os suspendemos, (la mayoría de) los profesores no sentimos un placer sádico ni la satisfacción del cazador que consigue otra presa; lo hacemos simplemente porque os lo merecéis. :)

2 comentarios:

Crapúscula dijo...

Jejeje me ha gustado. Hoy he puesto mis primeras notas (finales). Llámame pronto y charlamos, que ando librando...

Jaime dijo...

Por lo que a mí respecta, no sólo no siento ese placer sádico que todo alumno suspendido presupone en el profesor, sino todo lo contrario: congojas y cuitas. Trato de salvarlo por todos los medios, miro el examen (o los trabajos) de lado, de reojo, con un ojo cerrado y otro abierto, a ver si pasa como con el libro aquel del "ojo mágico" y de pronto se revela a mi mirada el aprobado escondido. Sólo cuando me convenzo de que jamás encontraré las gafas de John Lennon, me resigno al suspenso.