lunes, 30 de marzo de 2009

Leolo

La primera vez que oí hablar de Leolo fue en el colegio: nuestro profesor de música, sin ningún motivo en particular, nos dijo que ni se nos ocurriera verla, que era la película más asquerosa que había visto nunca. Creo que lo decía en el sentido estético más que en el sentido moral del término. Años más tarde, ya en la universidad, un amigo me dijo que Leolo era una de las películas más poéticas que conocía. Yo seguía recordando las palabras de mi profesor de música, así que, intrigado, vi Leolo por primera vez -como hoy acabo de volver a verla, por segunda o tercera, no recuerdo.

Y lo más curioso es que los dos, mi amigo y mi profesor, tenían razón: Leolo es una película asquerosa; Leolo es una película llena de poesía. Porque precisamente el mayor logro de la película es el contraste entre el mundo que rodea a Léo Lauzon -un mundo vulgar, lleno de enfermedad, suciedad, perversión, violencia- y el que él imagina, en el que ya no se llama Léo sino Léolo y en el que lee, escribe y sueña. Toda su familia está loca: "Porque sueño, yo no lo estoy", repite el pequeño Léo, como un mantra protector.

Una película triste, con escenas verdaderamente desagradables y otras sutiles, elegantes, sugerentes; una historia poética, filmada con estética tremendista. Si no la habéis visto, vedla, alquiladla, descargadla; pero no digáis que no os he advertido cuando lleguen las escenas incómodas...

1 comentario:

iván dijo...

Je. Cuando recomiendo la peli, siempre añado la anécdota del profesor de música, yo también... Qué cosas tiene la memoria.