martes, 22 de enero de 2008

Irish potatoes

Cuando vamos a comer al restaurante de la Universidad -tres o cuatro veces por semana- no sabemos exactamente qué vamos a comer. Lo que sí sabemos, y nunca falla, es que nos vamos a llevar nuestra ración de patata. No hay comida irlandesa sin patatas. Hoy mismo hemos comido Diego y yo en un restaurante (supuestamente) texano del centro, y alrededor de nuestros platos había tres tipos de patatas distintas: cocidas, fritas y en puré. Aunque Irlanda ya no es el país agrícola y misérrimo que solía ser, la patata es una parte fundamental de su gastronomía, y también de su historia. Así que vamos a hablar algo de historia.

La patata llegó de América a Irlanda, como al resto de Europa, en el siglo XVI, y en el siglo XVII ya se había convertido en uno de sus productos básicos, casi el único. La gran mayoría de los campesinos irlandeses -católicos- poseían sólo una minúscula porción de tierra, por la que pagaban rentas a los terratenientes -normalmente, ingleses y protestantes-, de forma que la patata era -o eso creían ellos- el único producto lo suficientemente nutritivo para , cultivado en esos mini-minifundios, sostener a toda una familia.

Ya en el siglo XVIII, la alimentación de gran parte de la población de Irlanda dependía casi por completo de la cosecha de patatas. De hecho, las hambrunas eran frecuentes: entre 1800 y 1846 se perdieron dieciséis cosechas completas de patatas en diversas zonas de Irlanda. Pero lo peor llegó en 1846, cuando toda la producción de patata de Irlanda se perdió por la infección de un hongo traído de América, el tizón tardío; y la plaga se reprodujo de nuevo en 1848, cuando parecía erradicado. Los irlandeses, privados de su alimento principal, con un número altísimo de desempleados, sin apenas industria y con un sistema económico que todavía se basaba en el trueque, sufrieron cinco años seguidos de escasez, en lo que se conoce como la "Gran Hambruna" o, en inglés, Irish potato famine.

Las consecuencias económicas, sociales y demográficas de la crisis fueron enormes para Irlanda. Se calcula que murió aproximadamente un millón de personas, algunas de hambre, otras de enfermedades provocadas por la debilidad y el frío -ya que muchos campesinos fueron además expulsados de sus casas por no poder pagar las rentas-. Otro millón más de irlandeses emigró, a Gran Bretaña o a Estados Unidos, sobre todo a Nueva York. La población de Irlanda en 1841 era de 8 millones; en 1851, cuando las estimaciones apuntaban a que alcanzaría los 9 millones, se había reducido a 6.500.000.

La Gran Hambruna también provocó que se acentuara aún más el rechazo al dominio inglés: el gobierno de Londres hizo bastante poco, y mal, para paliar los efectos de la crisis -porque no pudo, no supo o, según ciertos historiadores, porque no quiso-; además, barcos cargados de comida, principalmente cereales, siguieron saliendo de Irlanda con dirección a Gran Bretaña, sin que se decretase su bloqueo, como se había hecho en algunas hambrunas anteriores. Por último, algunas congregaciones religiosas protestantes, como la Sociedad Religiosa de los Amigos (los conocidos como "cuáqueros") ofrecían sopa y comida a los hambrientos, pero sólo a cambio de que asistieran a sus iglesias y escuelas, es decir, a cambio de renegar a sus creencias religiosas (costumbre que, por lo que parece, continuó durante el siglo XX, porque aparece en Las cenizas de Ángela).

La Gran Hambruna de la patata cambió la historia de Irlanda en muchos sentidos. Aparte de las consecuencias inmediatas, destruyó la estructura económica, social y demográfica de país, impulsó la diáspora irlandesa y alentó los deseos de emancipación de Inglaterra. En la memoria colectiva del país, su huella es similar a la dejada por un genocidio; incluso hay quien considera que de hecho fue un genocidio.

El declive de la población de Irlanda continuó hasta bien entrado el siglo XX: hacia 1960 tenía unos 4 millones de habitantes, la mitad que en 1841. Sólo comenzó a recuperarse gracias a una industrialización realmente tardía, y a la implantación de empresas tecnológicas. En la actualidad, obviamente, Irlanda es una sociedad industrializada, y la patata no es ya el elemento básico de su economía; pero sí de su gastronomía.

Para saber más:
*
Wikipedia: The Great Hunger
*The Irish Famine (Univerity of Maryland)
*Irish Potato Famine en The History Place
*La Hambruna Irlandesa en MSN Encarta

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Lo que faltaba! O sea que encima de colarnos una breve pero intensa historia de la patata en Irlanda con el forzado pretexto de "hablando de patatas...", vamos el clásico nanoniá-ya si eso, ¡al final te tiras al barro con un 'Para saber más'! ¡¿De la patata?!

Indignación, nuevamente, que se suma a la ya ocasionada por el lamentable despiste con "Pío-pío Lope".