martes, 23 de octubre de 2007

Concert hall

Ayer fui a un concierto de música de cámara en el University Concert Hall, que como su nombre indica está en la propia universidad. Aquí tenéis una foto de la sala de conciertos:



La estrella de la noche era un tal Piers Adams, a quien yo no tenía el gusto de conocer, pero que al parecer es uno de los mayores virtuosos de una familia de instrumentos llamados en inglés "recorders" y en español "flauta dulce" - distinta de la "flauta travesera" o "traversa", que es la normal en las orquestas modernas. Y efectivamente, más que como un solista de música clásica, el tal Piers parecía más bien una estrella de rock: hablaba con el público, se cambiaba de ropa entre obra y obra (empezó tocando en pantalones de cuero y gabardina, terminó en pantalones y chaqueta morados), tocaba y casi bailaba al mismo tiempo... Eso sí, es verdad que es un virtuoso.

Y de las obras, a mí las que más me gustaron fueron la primera y la última, que eran curiosamente las que no incluían al solista. La primera era el Cantus in memoriam Benjamin Britten de Arvo Pärt, un compositor estonio del siglo XX; no conocía ni al autor ni la obra, pero me ha gustado, es de un estilo parecido a la Sinfonía de las lamentaciones de Henryk Górecki. Y la última obra era un octeto de Max Bruch, más conocido por su Concierto para violín, que a ratos también está muy bien, aunque otros ratos la inspiración parece que le flojeó al bueno de Max.

Y entre estas dos obras, varios conciertos de Vivaldi y de un tal Sammartini, para lucimiento del solista. Mucha escala, mucho trino, mucho arpegio. Total: dos horas de buena música después de un duro día de trabajo .

Nota: si pulsáis en los títulos de las obras, entraréis a una página donde se pueden escuchar unos 30 segundos de cada una de ellas, para haceros una idea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder, San, leyendo lo del concierto me ha venido al recuerdo aquel virtusismo infantil mío acariciando las notas del entrañable "Chocolate, molinillo, corre corre, que te pillo". Mis vecinos no dirían lo mismo.

Un abrazo, pequeño Tate. Gogoan zaitugu y, qué cojones, ¡¡que te queremos!!