lunes, 4 de febrero de 2008

Flatmates

La última (y grandísima) putada que le han hecho a Jorge me recuerda que yo hasta ahora he tenido muchísima suerte en esto de buscar pisos allá donde he ido, y también con los flatmates con los que he convivido: Olivier, Rubén, Susana, Luis, Carmen... con algunos me he llevado mejor y con otros simplemente he convivido en paz, pero eso ya es mucho.

Con lo de la búsqueda de piso, sobre todo si eres extranjero, he oído de todo. Aparte de cosas como la de Jorge -que se queden con tu dinero y no den señales de vida-, en Nueva York por ejemplo una amiga me contó que le habían intentado alquilar un armario ropero por 300 dólares al mes. Mi habitación de Brooklyn no tenía puerta sino cortinilla, pero por lo menos era una habitación... También en Nueva York, a Rubén su propio flatmate se le quedaba con el dinero del alquiler en lugar de dárselo al casero. Y en su actual casa estuvieron dos meses sin agua caliente... Eso por no hablar de los apartamentos que están "en perfectas condiciones" y "a 5 minutos del centro", y que luego son un trastero en el extrarradio.

Aquí en Irlanda también hay quien la pasa canutas: Fernando, un chico español, vive con un grupo de irlandeses tan guarros que dejan por el suelo, durante días, comida sin terminar, platos, latas de cerveza medio llenas... La moqueta, por lo que cuentan, está ya tan pegajosa como en los bares a las 3 de la mañana, que parece que vas pisando chicle; y lo último, hace unas semanas se rompió una botella de cerveza en su salón, y nadie se ha preocupado de recogerla, y los cristales siguen ahí. Me recuerda a lo que le pasaba a Olga en St. Andrews, que había veces que no quedaba ni un plato limpio en toda la casa. Miriam, otra chica española, está en una situación parecida, pero ella no lo aguanta y los fines de semana, cuando sus flatmates se van a ver a sus padres, limpia toda la casa ella solita. Y los otros encantados, claro. Kevin, el compañero de oficina de Carmen, también ha tenido las suyas en su casa: había un par de personas conflictivas en su piso, y como no podían echarlas así sin más les estuvieron haciendo mobbing durante meses, hasta que al final se fueron...

En fin, visto lo visto, creo que no me puedo quejar de Carmen, que es tranquila, limpia y educada. Y supongo que ella tampoco se puede quejar de mí...

1 comentario:

Ángeles Navarro dijo...

Creo que en mi otra vida fui nomada, y aun mi alma deambula, me he mudado muchisimo, pero la verdad lo maximo que me ha pasado es que se pongan mi ropa, se tomen mi ultima taza de leche, se coman el queso feta que fui a comprar al mercado de la ciudad, se roben cd's, libros, perfumes, que los chismes entre mujeres hagan imposible la convivencia,etc.-pero de guarradas y robos de dinero,nada...poecita la gente que tiene que pasar por eso, definitivamente convivir es un arte