Los medios de transporte públicos son un buen lugar para recolectar anécdotas. Ayer, yendo al centro dos señoras mayores me proporcionaron un par de ellas.
1.-Las colas en la parada del autobús no son muy ordenadas en Limerick (como en Bilbao, diría Nerea). Pero todo tiene límites. Una señora mayor, alta, delgada y elegante, decidió no esperar y hacerme un adelantamiento por la derecha digno de Schumacher. Yo me la quedé mirando, agitando la cabeza y pensando: "qué morro tiene la tía". Entonces la señora se giró, miró hacia atrás y alargó la mano. No era a mí, claro, sino a su marido, que se había quedado atrás. Le decía por gestos: "ven aquí, ven aquí". Y él, en voz muy bajita: "No, no, que este chico se te ha quedado mirando". Como ella insistía, al final el señor cedió y se coló igualmente por la derecha. Al pasar a mi lado, me miró con unos ojos muy azules, me sonrió e hizo un gesto que, en traducción libre, significaba: "ya sabes cómo son, no hay quien pueda con ellas".
2.- En esa misma parada se subió otra señora, bajita y encorvada, que estuvo un buen rato hablando con el conductor. No entendía bien lo que decían, pero creo que la señora intentaba no tener que pagar, porque se iba a bajar en la siguiente parada. Al final, creo, pagó, y fue a sentarse, dando tumbos -porque el autobús ya había arrancado- hacia la mitad. Llegó la siguiente parada, y la señora no se levantó, o se levantó muy tarde, no sé. El caso es que el autobús volvió a arrancar, y la pobre mujer se quedó de pie, agarrada a una barra, y cayéndose hacia los lados. Y cuando iba a llegar la siguiente parada empezó a gritar, con una voz muy aguda: "¡Déjame salir de aquí, déjame salir de aquí!". El autobús frenó en seco, y la señora se bajó diciéndole no sé qué al conductor, que le respondió con un irónico "Have a nice day!".
La intrahistoria, que diría Unamuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario