lunes, 22 de septiembre de 2008

Cavafis

Dos poemas del griego Constantine Cavafis. Del primero me acordé durante una comunicación del Congreso de Barcelona, que hablaba sobre cómo los bárbaros sirven para definir lo que es la civilización; el segundo simplemente me gusta mucho (y a quién no):

Esperando a los bárbaros

¿Qué estamos esperando, reunidos en el foro?
Es que los bárbaros llegan hoy.

¿Por qué tanta inacción en el senado?
¿Por qué los senadores no legislan?
Porque los bárbaros llegan hoy.

¿Qué leyes van a dictar los senadores?
Los bárbaros, cuando lleguen, harán las leyes.

¿Por qué nuestro emperador se levantó tan temprano
y en la puerta mayor de la ciudad espera sentado
en su trono, solemne y coronado?

Porque los bárbaros llegan hoy
y el emperador se dispone a recibir
a su jefe. Incluso ha hecho preparar
un pergamino para entregárselo,
y puesto allí muchos títulos y epítetos.

¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores han salido hoy
con rojas togas recamadas?
¿Por qué se han puesto brazaletes cuajados de amatistas
y sortijas de resplandecientes y destellantes esmeraldas?
¿Por qué llevan hoy preciosos bastones
exquisitamente cincelados en plata y oro?

Porque los bárbaros llegan hoy
y cosas como éstas deslumbran a los bárbaros.

¿Por qué nuestros hábiles oradores no acuden como siempre
a pronunciar sus discursos, a decir sus cosas?

Porque los bárbaros llegan hoy
y a ellos los aburren la retórica y las alocuciones.

¿Por qué han comenzado esa inquietud
y esa confusión? (¡Qué serias se han vuelto las caras!)
¿Por qué se están vaciando las calles y las plazas tan rápidamente
y todos regresan a sus casas tan desanimados?

Porque ya es de noche y los bárbaros no han llegado.
Y algunos recién venidos de la frontera
dicen que ya no existen bárbaros.

¿Y qué vamos a hacer sin bárbaros?
Esa gente era una especie de solución.

Traducción: Francisco Rivera

Itaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los Lestrigones ni a los Cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no lo llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

Versión de Pedro Bádenas de la Peña


3 comentarios:

Jorge dijo...

Kavafis y Claudio Rodríguez deberían ser el primer y último amor poético de todo mortal sobre la faz de la tierra.

Anónimo dijo...

Malditos bárbaros irlandeses.. mira qué nombres tan absurdos tienen! Alga, mira que llamarse Alga! Los nuestros si que son nombres, y no eso..

Esti dijo...

me gusta sobre todo el final;

"Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas."

me recuerda a mi ITAKA..