jueves, 11 de septiembre de 2008

Internet as a luxury

Por si no fuera poca crisis no tener televisión (¿hacia qué van a apuntar entonces nuestros muebles?), nos está costando un triunfo conseguir instalar internet en casa. Nuestra primera opción era mantener Eircom, que era la compañía que tenía yo el año pasado, y que no iba mal. Pero resulta que llamamos para hacer el traslado, y nos dijeron que en nuestra actual casa no ha habido una línea telefónica activa en los últimos 10 años, y que por lo tanto hacía falta reinstalar la línea, lo que nos costaría unos 150 euros y de cuatro a seis semanas de espera.

Visto esto, optamos por el Plan B, que era una conexión inalámbrica de O2, parecida a las que suele ofrecer Vodafone, por ejemplo, que era barata y cómoda, porque no necesita línea telefónica. Me paso por el puesto de O2, hago todo el papeleo, me dan el módem y la tarjeta SIM, y cuando ya creemos que vamos a tener internet... nuestro gozo en un pozo: en el portátil de Nerea Windows ni siquiera reconoce el módem USB (piensa que es una unidad de CD) y en el mío sí lo reconoce, y consigo instalarlo, pero la conexión es, digamos, temperamental: a veces se conecta, a veces no, y cuando lo hace va tan lento que no carga casi nada de nada, ¡ni siquiera la página de inicio de Google!

Visto lo visto, vamos a darnos de baja de O2 (hay un periodo de prueba en el que si quieres te devuelven el dinero) y a hablar con el casero a ver si él está dispuesto a pagar la reinstalación de la línea -que al fin y al cabo es una mejora para la casa-.

Mientras tanto, a seguir dependiendo de los ordenadores de la universidad. Vamos, un asco. Y encima sin tele.

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