Poco después de que en la Feria del Libro de Madrid se prohibiera por decreto (o mejor dicho, por reglamento) la presencia de libros digitales, y después de que la ministra de Cultura hiciera sus "asustantes" declaraciones sobre la digitalización de libros, desde la Feria del Libro de Bilbao nos llegan también otras voces asustadas que "salen en defensa del papel", como si la edición en papel estuviera amenazada de muerte por otros enemigos que no sean la polilla o la humedad. «Jamás se me ha ocurrido pensar que mis escritos puedan ser recogidos en un formato que no sea papel», dice el escritor Ramiro Pinilla; «Leer en una pantalla te puede dejar bizco y no te da el mismo placer que un libro», añade Iñaki Azkuna, el alcalde de Bilbao.
Yo, sinceramente, no entiendo estos arranques de "patriotismo libresco" (sería porque soy más "literaturófilo" que "bibliófilo", o sea, me interesa más el contenido que el continente de los libros). Porque en estas declaraciones lo que se está defendiendo no es la lectura ni la cultura en sí mismas, sino un soporte para la cultura y la literatura, o más bien, en mi opinión, determinado modelo de difusión y explotación industrial y comercial de la cultura y la literatura. O sea, lo mismo que están haciendo las industrias musical y cinematográfica con sus respectivos productos.
Se puede entender esta reticencia en el caso de Ramiro Pinilla, un escritor de 86 años para el que probablemente la ola digital ha llegado demasiado tarde; algo menos en el caso de Iñaki Azkuna, un alcalde que por lo demás siempre ha defendido la lectura de manera constante y comprometida. No se entiende en cambio, de ninguna de las maneras, en el caso de los editores, cuya misión como empresarios no debería ser (creo yo, quizás ingenuamente) perpetuar a contracorriente sus modelos de producción, sino buscar nuevas vías de distribución y negocio, adaptándose a los tiempos y aprovechando las inmensas posibilidades que ofrecen los nuevos medios digitales.
Porque los eBooks, como se ha repetido ya muchas veces, tienen varias potenciales ventajas sobre el libro el papel: son fáciles de transportar, ahorran espacio -en un eBook cabe una biblioteca, no un solo libro-, son fácil y baratos de distribuir, pueden incluir herramientas añadidas (diccionarios, enciclopedias, búsquedas, relaciones hiper/intertextuales) que el libro en papel sólo permite con dificultad...
En cambio, las críticas que se suelen hacer al eBook son bastante inconsistentes: es incómodo leer en pantalla -pero los que dicen esto suelen estar pensando en la lectura en la pantalla del ordenador, no en un eBook, que es un aparato distinto y específicamente pensado para que la lectura sea cómoda e igual de agradable que con un libro en papel-; los lectores de eBooks son caros -lo cual sin duda es cierto... por ahora-; la lectura en pantalla es más superficial que la lectura en papel -algo que probablemente es cierto sobre la lectura en internet, pero no tiene que serlo con respecto a todos los nuevos medios-; o la visión romántica del bibliófilo: «La actitud de un lector recogiéndose con un libro en el rincón más tranquilo de su casa para entablar un diálogo íntimo con ese amigo al que se puede acariciar con los dedos y pasar sus hojas es irremplazable», dice Pinilla.
Desde luego, nadie dice que esta transición del papel a lo digital deba ni vaya a ser repentina ni absoluta, sino progresiva y parcial (las enciclopedias en papel, por ejemplo, son ya un obvio anacronismo, mientras que hay muchísima literatura no digitalizada -aún- que sólo puede ser consultada en papel). La costumbre es poderosa, y el libro en papel tiene en occidente siete siglos de historia -más aún si consideramos su antecedente inmediato, el códice de pergamino o papiro-. Pero la capacidad para adaptar nuestra vida a nuevos medios y nuevas tecnologías (la imprenta, el teléfono, la televisión, los móviles, internet...) se ha demostrado repetidamente, por lo que nadie puede asegurar que los lectores de las nuevas generaciones no puedan desarrollar, con los libros digitales, el mismo "diálogo íntimo en un rincón tranquilo" del que habla Ramiro Pinilla.
Edward Carey: Los secretos de Heap House (Trilogía Iremonger, libro I)
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*Idioma original: *inglés
*Título original: **Heap House*
*Año de publicación: *2013
*Traducción: *Lucía Barahona Lorenzo
*Valoración: *Más que recomen...
Hace 2 horas
4 comentarios:
Yo tengo mucho afecto al libro como tal,aún no le veo muchas ventajas al ebook (reconozco que el tema de espacio con lo caro q está el metro cuadrado es un punto a favor) Pero tampoco le tengo pavor.
Teniendo en cuenta que el vinilo sigue vendiendose y ahora incluso está de moda, no sé a q viene tanta alarma con el papel. Que se ocupen de publicar buena y mucha literatura, que el formato es secundario.
pd, No viene a cuento, pero me encanta Pinilla!!
Sí, me parece interesante recordar lo del vinilo. Ese caso demuestra que al final la elección de un soporte no tiene que ver exclusivamente con cuestiones de calidad (de calidad en cuanto soporte, digo). Porque sí, ya se sabe que un buen vinilo en un buen equipo de sonido suena mejor que la grabación digital etc., pero a ver cuántos de quienes compran vinilo pueden apreciar esa diferencia.. Más bien te dirán que les mola ese ruido de fondo de la aguja, que es retro, o las carátulas de los discos o el ritual de limpiar el vinilo, etc.
Aunque el e-book tenga las ventajas que mencionas en cuanto soporte, es muy probable que, aunque se implantara, acabara pasando como con el vinilo, que los libros en papel se revalorizaran dentro de un tiempo como objeto retro. Claro que, vete a saber, puesto que la costumbre del libro en papel es mucho más antigua que la del vinilo, igual incluso ni llega a implantarse debido a esas consideraciones ajenas a la calidad del soporte. (Eso sí, quedaría el libro en papel como objeto de la "vivencia de lectura". Todos los manuales, libros técnicos y compendios de formularios jurídicos harían bien en resignarse a la pantalla y dejar de asesinar árboles para sus torvos fines.)
Nunca he entendido por qué los defensores a ultranza del papel olvidan que ya abandonamos la piedra, los bronces, el papiro, el pergamino...y que pasamos de las copias manuscritas a la imprenta, sobre todo. Aquel cambio supuso una revolución positiva en muchos aspectos de la difusión de los textos y la cultura... pues busquemos también las ventajas del presente.
Y me temo que la edad no es el origen de las actitudes retro. Hay muchas voces de veinte años que se expresan igual.
El otro jueves escuché un debate en la radio sobre este tema y acabé apagándola indignado porque ni uno solo de los tertulianos se mostraba favorable a los e-books. Para todos eran una especie de demonio al que combatir.
En mi opinión, los e-book traen muchísimas ventajas. Su gran inconveniente, de momento, son los altos precios del soporte. Desde luego, mi casa agradecería el no acumular más libros en papel. Lo cual no quiere decir que estos no me gusten. La verdad es que me parece un placer leer un libro en papel, pero me interesa mucho más el contenido y si el continente me trae todas las ventajas que puede traer un e-book, pues por favor que llegue rápido ya buen precio :-)
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