Hace unas semanas leí por ahí una noticia que me llamó la atención: un etarra quiere hacer una tesis doctoral... sobre la historia de ETA. Más allá de que evidentemente tiene todo el derecho a querer hacer una tesis, si encuentra quien se la dirija (que por ahora no lo ha encontrado), la cosa me plantea serias dudas desde el punto de vista "científico": ¿puede alguien que ha estado tan inmerso y tan implicado en algo escribir una tesis sobre ello, sin caer en la manipulación o en la pura apología? Curiosamente, en Wikipedia con toda probabilidad no se le permitiría editar artículos sobre sí mismo o sobre la banda terrorista...
Este ejemplo es un caso extremo, pero los hay también más moderados, y en otros campos: ¿puede, como decía Hobsbawn, un sionista escribir una tesis sobre historia de Israel sin tergiversar los hechos para adecuarse a su visión? ¿Puede una persona de extrema izquierda o extrema derecha escribir con objetividad científica sobre la Guerra Civil? ¿Puede alguien, si vamos a eso? ¿Y una feminista radical, sobre los derechos de las mujeres? ¿Un sacerdote, sobre teología? (Y si no escriben sobre eso los sacerdotes, ¿quién lo va a hacer?) Y llevando las cosas al límite: ¿puede un filólogo escribir una tesis sobre su escritor o su obra favorita?
Supongo que para poder contestar a las preguntas anteriores hay que hacer un par de precisiones: que, como me suele recordar Jaime, no existe, ni siquiera en ciencia, algo que se pueda llamar "objetividad pura" (aunque sí hay puntos más cercanos o más lejanos a ese ideal, añadiría yo); y en segundo lugar, que aunque el primer impulso investigador sea ideológico -o pasional, por ampliarlo a más ámbitos-, lo que de verdad importa es el método empleado: que la selección y recopilación de datos no sea sesgada; que esos datos no se manipulen por el camino; que las conclusiones extraídas se correspondan con los datos...
Dicho esto, me resulta difícil pensar que un etarra vaya a aplicar este método y llegar a la conclusión de que Euskadi no es un pueblo oprimido; o un sionista vaya a descubrir que Israel no tiene derechos históricos sobre ese territorio; o que un ultraderechista acepte que los úncos iniciadores de la Guerra Civil fueron los militares sublevados -que se lo digan a Pío Moa-...
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
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*Idioma original: *Español
*Año de publicación: *1998
*Valoración: *Bastante recomendable
La Habana (Cuba). Año 1994, cuarto año de Período Especial, la...
Hace 17 horas
1 comentario:
Un tema complicado, desde luego.. Por un lado, a todo el mundo le sonarán razonables, creo yo, las dudas que presentas. Estamos acostumbrados a entender el punto de vista científico (o académico) como impersonal, y creo que, en cierto modo, lo es. El problema es que esta impersonalidad se entiende como una especie de mirada abstracta sobre las cosas, libre de todas las circunstancias personales (pasionales, ideológicas, religiosas, etc.) que podrían empañarla. Según esa idea, quienes tienen unas circunstancias que parecen especialmente exigentes, o a las que se deben con un especial convencimiento, son descalificados para la ciencia, porque no podrían alcanzar ese punto de vista impersonal.
Ahora bien, yo creo que esa comprensión de la actividad científica es falsa, para cualquier disciplina, además. No existe ese punto de vista abstraído de nosotros mismos: toda perspectiva implica una posición desde la que se observa, esto es, necesariamente, un punto ciego. La ciencia se enriquece por la diversidad de perspectivas desde las que se afronta su ejercicio. No hay nada más falso que suponer que su punto de partida es el contacto "directo", "limpio", sin mediaciones, con las cosas. Hacen falta hipótesis para hacer ciencia, y estas surgen precisamente de las circunstancias que marcan la perspectiva de cada uno. Por caminos, diría, poco confesables: hacer una tesis polémica, tumbar la obra de tu vecino de despacho, demostrar que tu abuelo tuvo razones para hacer lo que hizo (o que no las tuvo).
Es inevitable. Cualquier que dedique años a investigar sobre un tema, sabe -como tú y yo sabemos- que tiene que existir algún interés personal más o menos consciente: nadie se esfuerza tanto para algo que se la sopla. Y ese interés siempre está unido a circunstancias pasionales, religiosas, ideológicas, etc... Así que esas circunstancias no sólo no incapacitan, sino que son imprescindibles para el ejercicio de la ciencia.
Ahora viene la segunda parte. Y es que tienes razón, lo que importa es el método. Para que algo se pueda llamar ciencia no hace falta alcanzar esa ficticia mirada inhumana, sino seguir ciertos criterios convencionales de contrastabilidad y correción. Si puedes mostrar que los sigues en tu trabajo, dará igual cuán sesgada fuera tu intención. Ahora bien, tu duda es si alguien con un punto de partida muy sesgado (es decir, muy implicado en el tema) sería capaz de aplicar ese método.
Yo diría que no hay por qué prejuzgar que sería incapaz. La investigación sobre un tema que le es muy cercano no tiene por qué reafirmarle en su postura, también puede ponerla en crisis, por ejemplo. Pero aunque no fuera así, eso no significa que carezca de valor científico. Toda perspectiva ve cosas que otras no ven; una perspectiva especialmente sesgada (=que difiere de la común) puede ver cosas que permanezcan ocultas a la mayoría. Por supuesto, una persona así puede hacer un simple panfleto apologético, pero si domina los modos académicos y los aplica (aun al servicio de sus propósitos), también puede hacer una gran obra.
De hecho, se dan muchos casos célebres. Carl Schmitt, por ejemplo, tenía una perspectiva nazi bien sesgada, y llegó en su obra a ciertas conclusiones que no vinieron nada mal al Partido. Sin embargo, hoy se le estudia como un jurista agudo, cuya furibunda crítica del Estado liberal le hizo ver cosas que otros no vieron. Walter Benjamin escribió "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica" como una respuesta de comunista militante a la estetización del poder que veía en los nazis. Hoy se considera uno de los análisis más visionarios de lo que ha acabado siendo la situación del arte.
En estos casos, claro, corresponde a los demás científicos separar la paja del trigo: los hallazgos fecundos de la mera apología. Y esto quizá sea difícil en un primer momento, pero yo creo que con el paso del tiempo llega a discriminarse con muy pocas dudas.
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