lunes, 14 de septiembre de 2009

Passport

Uno de los mayores privilegios que tenemos como ciudadanos del Primer Mundo es nuestro pasaporte. El hecho de tener un pasaporte de la Unión Europea, o el hecho de tener derecho a tenerlo, nos abre las fronteras, elimina o facilita trámites y nos convierte, de facto, en ciudadanos del mundo. Es algo maravilloso, pero con su contrapunto amargo: el que nosotros seamos ciudadanos de primera categoría contrasta con los de segunda, tercera o cuarta, que ni tienen pasaporte, ni permiso para cruzar fronteras, ni dinero ni posibilidades de hacerlo.

Por eso me parece algo paradójico, e incluso hipócrita, cómo nos quejamos cuando nos "maltratan" en la frontera de los Estados Unidos (estoy hablando de cacheos, cuestionarios absurdos, interrogatorios o largas esperas, no de los casos de verdadero maltrato); porque si a nosotros nos hacen eso en Estados Unidos, ¿qué no hacemos nosotros con los que vienen a intentar cruzar nuestras fronteras?

2 comentarios:

Esti dijo...

ahorita recordé aquella vez que quería pasar unos días en el salvador pero tuve que regresar a guate desde la frontera, porque faltaba un sello en mi pasaporte.

me sentí frustrada, triste y enfadada.

también recuerdo que me dijiste algo parecido a lo que has escrito en este post.. y que pensé que, desde luego, tenías muchísima razón.

Isede dijo...

Chavales,
No sabéis lo que es tener otras nacionalidades.
Mis amigos colombianos, me comentaban que cuando van a su país ponen primero el pasaporte español de su hija.
Tienen demostrado que así no van a esperar tanto ni aguantar preguntas estupidas...